El ex consejero de seguridad nacional reconoce que la Administración de Trump ha sometido al régimen de Venezuela a mucha presión, pero no ha tenido tanto éxito como quisieran
El consejero de seguridad nacional con Trump fue despedido el 10 de septiembre de 2019 – EFE
Durante sus 17 meses como máximo asesor de Donald Trump en materia de seguridad nacional e internacional, John Bolton (Baltimore, 1948) dice que se marcó un objetivo: forzar la caída del chavismo en Venezuela. Este político conservador, veterano de todas las Administraciones republicanas desde Ronald Reagan, cree que Nicolás Maduro estuvo a punto de huir a Cuba el 30 de abril de 2019, pero, según revela a ABC, los cubanos lo impidieron. Tras varias agrias disputas con Trump, dimitió – o según Trump fue despedido– el 10 de septiembre del año pasado, tras boicotear una visita de los talibanes a Washington en la que se había empeñado el presidente. Tras abandonar el cargo, Bolton escribió un libro de memorias titulado «La sala en la que ocurrió» (Simon & Schuster), que la Casa Blanca ha intentado secuestrar sin éxito. Habló con este diario en Washington el jueves.
Dadas las circunstancias actuales en la Casa Blanca ¿cree usted aun que puede haber un cambio de régimen en Venezuela?
Creo que, en última instancia, sí, Maduro será reemplazado. Es algo que tiene que ver más con las condiciones en Venezuela que con quién está en la Casa Blanca. A la oposición la apoya un 90% de la ciudadanía. El régimen está respaldado por unas pocas personas de la élite que se financian con el tráfico de drogas y la extorsión, además de por Cuba y Rusia, que están muy involucradas en ayudar a mantener a Maduro en el poder. Pero creo que es importante que los otros países del hemisferio mantengan la presión económica sobre Maduro. Y creo que eso es todavía más importante aquí en EE.UU., donde existe un amplio apoyo a Guaidó y la oposición entre demócratas y republicanos. Aunque Trump de vez en cuando hable de verse con Maduro, creo que se equivocaría si lo hiciera. Él lo sabe, y por eso no lo ha hecho, hasta ahora.
¿Cree que el presidente lo dice en serio? ¿Cree que se vería con Maduro o es una provocación?
Se ha reunido con Kim Jong-un, el primer presidente estadounidense en hacerlo. Le gusta reunirse con líderes autoritarios, incluso cuando no recibe nada a cambio. Y con eso les da legitimidad. En el caso de Kim Jong-un, legitima a un dictador sanguinario. Creo que sería un error para él verse con Maduro. Y siempre hay un riesgo de que lo haga. Y sí, creo que habla en serio cuando lo dice. Lo bueno es que hemos sido capaces de impedírselo hasta el momento.
Le dedica usted gran parte de su libro al pronunciamiento del 30 de abril de 2019. ¿De verdad creyó usted aquel día que Maduro se montaría en un avión y se marcharía de Venezuela?
Creo que estuvo a punto de hacerlo. Pero este tipo de operaciones está plagadas de riesgos. Creo que muchos de los dirigentes del régimen que estaban negociando con la oposición actuaron de mala fe o se echaron atrás en el último minuto. Pero lo importante es que la oposición a Maduro está tan arraigada que si nos mantenemos fuertes con ellos, firmemente Maduro caerá.
¿Se arrepiente de haber confiado en chavistas como Vladimir Padrino o Maikel Moreno?
No era el único que creía que ellos cumplirían lo prometido. Tampoco diría que me fiaba de ellos. No creo que nadie en la oposición se fíe de ellos. Pero en aquel momento pensábamos que el régimen de Maduro iba a caer, y creímos que se pondrían del lado correcto al menos por su propio interés, por su propia seguridad. Puede que mintieran desde el principio, o puede que se asustaran a medida que avanzaba la jornada. Lo sabremos algún día. Falta saber cuál fue el papel de los cubanos. Estoy seguro de que conoce usted esta historia. Dicen que la esposa [de Maduro] quería irse. Pero los cubanos se lo llevaron a Fuerte Tiuna. Y no le dieron la opción de irse. Para mí, eso pone de relieve la amenaza de los cubanos y los rusos en nuestro continente.
¿Por qué llevó EE.UU. la ayuda humanitaria a Cúcuta en aviones militares?
Cuando la Agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional brinda asistencia humanitaria en casos de desastres naturales, suele recurrir al transporte militar, dadas las capacidades logísticas de las Fuerzas Armadas. Fue debido a sus capacidades logísticas, no para intimidar con el Ejército.
Recuerdo que el 3 de mayo de 2019, usted fue al Pentágono y dijo abiertamente que estaba allí para repasar planes de intervención militar en Venezuela. ¿Era aquello cierto?
El presidente Trump y yo estábamos de acuerdo en que la opción militar estaba sobre la mesa. No era nuestra primera opción, pero existía. Y los rusos, los chinos y especialmente los cubanos debían saber que no les permitiríamos establecer otra base militar más en este continente. De verdad creo que el grado de oposición a Maduro entre el pueblo venezolano es tan grande, que solo requiere un poco de ayuda del exterior, algo de presión sobre Maduro. Necesitamos seguir así.
Menciona frecuentemente a Rusia. En el tiempo que usted estuvo en la Casa Blanca, el Kremlin se lanzó a salvar a Maduro. ¿Por qué?
Por un lado, creo que tenían cierto interés en el área petrolera, en términos financieros. Eran y siguen siendo hoy, creo, el factor externo más importante de la crisis. Por otro lado, los rusos claramente se dieron cuenta de que una mayor implantación suya en Venezuela podría llevarlos a una posición más fuerte en todo el continente, para causar problemas en América del Sur, en el Caribe, cerca del Canal de Panamá, cerca de Cuba y cerca de Nicaragua. Venezuela, obviamente, es un país mucho más grande, con petróleo, con muchos recursos. Es un objetivo muy tentador para Rusia.
Usted trabajó estrechamente con diplomáticos españoles cuando fue embajador en Naciones Unidas. Conoce España. ¿Por qué cree que el actual Gobierno español no ha tenido un mayor liderazgo para resolver la crisis en Venezuela?
Tanto el Gobierno actual en España como el Gobierno que estuvo en el poder en 2019, desde enero hasta que me fui en septiembre, fue un gobierno de izquierda. Y Maduro, el heredero de Chávez, se presenta a sí mismo como un héroe de la izquierda, aunque de hecho es un autoritario que se impone por la fuerza militar. El Gobierno de izquierda en España fue reacio a asumir un papel más destacado. Y ciertamente trabajamos con ellos muy ampliamente para que asumieran un papel más importante dentro de la UE, precisamente para llevar a la UE a una posición mucho más fuerte. Y en cambio, nos encontramos con que otros gobiernos, como el de Gran Bretaña, que todavía estaba en la UE en ese momento, Italia, Alemania, e incluso Francia, estaban tomando un papel más destacado. Así que creo que la causa fue la ideología del Gobierno español. Me sorprendió y decepcionó, porque para mí hubiera sido de gran ayuda si España hubiera ayudado en el continente americano con algunos de los otros Gobiernos que no eran tan amigos de la oposición venezolana, como el de México. Pero no sucedió así.
Entonces no fueron de ayuda.
Diría que no es que no fueran de ayuda. No quiero dar una impresión errónea de lo que hicieron, pero lo cierto es que no querían tomar la iniciativa para ayudarnos a expulsar a Maduro.
Con el poder diplomático y militar que EE.UU. tiene, con las sanciones, con la implantación de las agencias de inteligencia, ¿cómo es que la presión de este país no ha sido suficiente para culminar la caída de Maduro?
Creo que estuvimos muy cerca el 30 de abril del año pasado. Si algunas cosas hubieran ido de forma diferente en las primeras horas de la mañana, Guaidó ya no sería presidente interino. Aun así, diría que hay dos factores principales. Uno, los ingresos del tráfico ilegal de drogas con ayuda de las guerrillas de las FARC y el ELN. Hemos sometido al régimen a mucha presión, pero no hemos tenido tanto éxito como quisiéramos en la lucha contra el narcotráfico en Colombia, México y otros lugares. Luego está la enorme ayuda financiera que el régimen obtiene de Rusia y China, además de la presencia de las tropas y la inteligencia de Cuba. Esto es importante, porque los cubanos penetraron el ejército venezolano y aunque nosotros y la oposición pensamos que las tropas de base y los militares acabarían apoyando a la oposición, al final no pudieron romper filas con sus generales. La lucha continúa y EE.UU. y otros tienen que aplicar más presión.
¿Qué efecto cree que tuvo la visita de Juan Guaidó a Washington en febrero?
Fue buena para Juan Guaidó y para la oposición. Creo que quedó claro en la recepción que recibió de los miembros de la Cámara y el Senado, que fue bipartidista. Todos lo aplaudieron, tanto republicanos como demócratas. Usted lo sabe por su trabajo sobre la Casa Blanca, la política en EE.UU. es muy partidista. Esta fue una excepción. Y, por lo tanto, creo y espero que le haya otorgado mayor legitimidad a Juan Guaidó para seguir ayudando al pueblo en Venezuela en estos tiempos tan difíciles, y para continuar tratando de derrocar a Maduro.